
Partidos políticos

Por Nelson Retamales Tirado
Los partidos políticos, importantes para mantener un Estado saludable, son asociaciones autónomas y voluntarias organizadas democráticamente, dotadas de personalidad jurídica de derecho público, integradas por personas naturales que comparten unos mismos principios ideológicos y políticos, cuya finalidad es contribuir al funcionamiento del sistema democrático y ejercer influencia en la conducción del Estado, para alcanzar el bien común y servir al interés nacional, ello, de acuerdo a nuestro ordenamiento institucional.
La letra, bonita, ¡qué quiere que le diga!, sobre todo, si su fin último es alcanzar el bien común -como lo dijo Aristóteles más de 300 años a.C.- y servir al interés nacional pero, no puedo, sino, mirar cómo algunos partidos políticos obedecen a doctrinas foráneas -la mayoría de carácter totalitario- y siguen directrices cargadas, normalmente, de ideologismo, porque dicen estar llamados a salvar al pueblo oprimido, pero al poco andar, la realidad nos da cuenta que, lo que buscan, es oprimirlo ellos y, más que oprimirlo, estrujarle hasta la dignidad, en un mundo de igualdad mal entendida, donde todos se vistan igual, y coman de la caridad estatal a través de una tarjeta que se les entregan para el control y, si Usted cree que parece cárcel, no se equivoca porque, además, todos deben pensar igual, bajo la pena de ser eliminados -en el sentido literal- si no, no hubiera existido el Paredón ni balseros huyendo del paraíso cubano, ni el Muro de Berlín en la Alemania Federal que, a punta de alambradas y metralla, impedía a la salida a quienes querían ser libres. Qué decir de la gente que se ha quedado en Venezuela, con sueldos de miseria y sin esperanza de crecer, mientras el precario líder, a través de la violencia estatal, se enriquece y busca donde llevar la riqueza -obtenida producto del robo infligido a su Patria- cuando deba abandonar el país porque cada día, el cerco se le estrecha más y, sobre todo hoy, que tiene enfrente a una Nobel de la Paz.
Los partidos políticos, al menos en una democracia real, no permiten caudillismos como los de Chávez, Maduro, Ortega, Castro y otros, pues velan por el sistema en su ir y venir, ya que son como las personas que nacen, crecen, se desarrollan y mueren, pero, no se reproducen, por el contrario, tienden a desaparecer, aunque el período vital es largo, pero siempre finito.
Si desaparecieron los imperios romano, mongol, otomano y al más extendido del mundo como el británico (abarcó los cinco continentes), entre otros, con mayor razón desaparecerán los partidos políticos y hoy, vemos cómo varios de ellos luchan con desesperación para no morir, y por ello se han opuesto al proyecto de reforma al sistema político, que les pondría fin, entre otros, a la Democracia Cristina que, en la desesperación agónica, estuvo dispuesta a pactar con el PC, su adversario ideológico más extremo, mientras el socialismo democrático, podría seguir el mismo camino, junto al FA que debiera pagar los costos de un gobierno que no respondió a la gente y, sobre todo, porque venía a instaurar una nueva escala de valores, que resultó fallida y perniciosa para el país.
¿Seguirán abiertas las grandes alamedas…?
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