

Calle Serrano, año 1980.
La imagen nos transporta a la Melipilla de la década de 1980, cuando la ciudad aún conservaba un marcado carácter semi-rural y un ritmo de vida más pausado. Las calles, adornadas con palmeras y árboles jóvenes, eran escenario del comercio local que se concentraba en torno a la Plaza de Armas y las principales arterias del centro.
En esos años, la economía melipillana giraba principalmente en torno a la agricultura, la ganadería y la pequeña industria agroalimentaria. El tren a Santiago seguía siendo un medio importante para el transporte de carga y pasajeros, y la conexión vial con la capital aún dependía de la antigua carretera, previa a la construcción de la actual Autopista del Sol.
La vida social se tejía entre ferias libres, cines locales, fiestas religiosas y clubes deportivos. Barrios como Pomaire, Codigua y Popeta mantenían vivas las tradiciones, mientras la radio local era la principal fuente de información y compañía.
Melipilla vivía su propio proceso de cambio: una ciudad intermedia que comenzaba a modernizarse, pero que aún conservaba la esencia comunitaria y el encanto de su vida de pueblo.
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