

Melipilla: 283 aniversario

Por Sergio Hashiguchi Mena
Cada aniversario de Melipilla nos invita a mirar atrás con orgullo y reconocer la huella de esta tierra de espíritus nobles y trabajadores. Hay historias que muchas veces pasan desapercibidas, escondidas en los símbolos que vemos todos los días, pero que guardan el alma de nuestra comuna. En este aniversario, vale la pena detenerse un instante para redescubrir su origen y recordar lo que esos emblemas dicen sobre quiénes somos.
Origen del nombre
Melipilla proviene del mapudungun meli (“cuatro”) y pillan (“espíritu de los antepasados”), lo que se traduce como “Lugar de los Cuatro Espíritus”.
Por ello, con el paso del tiempo, ha llegado a conocerse también como la Ciudad de los Cuatro Espíritus Guerreros, evocando la fuerza y el espíritu de sus primeros habitantes.
Fundación y legado del Conde de Superunda
Melipilla fue fundada el 11 de octubre de 1742 por el Conde de Superunda, don José Antonio Manso de Velasco y Sánchez de Samaniego, quien entonces ejercía como gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia del Reino de Chile.
Manso de Velasco fue un destacado administrador colonial, recordado por su visión urbanística y por fundar varias ciudades que hoy forman parte esencial del país: Los Ángeles (1739), San Felipe (1740), Cauquenes (1742), San Fernando (1742), Talca (1742), Melipilla (1742), Curicó (1743), Rancagua (1743) y Copiapó (1744).
Durante su gestión también impulsó obras públicas en Santiago, como los tajamares del río Mapocho, para evitar las inundaciones que afectaban a la ciudad. Su labor fue ampliamente reconocida por la Corona Española, otorgándosele el grado de mariscal de campo (1741), teniente general (1743) y más tarde el título de Conde de Superunda (“sobre las olas”), en honor a su heroica actuación durante el terremoto y maremoto que devastaron Lima y el Callao en 1746.
El retrato oficial de Manso de Velasco —un óleo conservado en la Catedral de Lima— fue pintado como reconocimiento a su destacada labor en la reconstrucción del Perú tras aquel desastre natural. (foto del autor)
El Escudo de Melipilla: símbolo de identidad

El escudo heráldico de la ciudad fue entregado como obsequio a la Municipalidad el 11 de octubre de 1942, al cumplirse el segundo centenario de la fundación.
Su donante fue el diplomático y parlamentario Sergio Fernández Larraín, quien encargó su diseño al heraldista español avecindado en Chile, Julián Amilibia.
Amilibia concibió un escudo que reúne los principales elementos históricos de la comuna:
- En la parte superior (jefe): un campo de plata con un puente de piedra, símbolo de Logroño —ciudad natal del fundador—, junto a una riada de azur y plata que representa al escudo de don Gonzalo de Vargas y Rivilla, propietario de la estancia y donante de los terrenos donde se fundó la villa.
- Cinco estrellas de plata, tomadas del escudo del corregidor don Francisco de Rojas y Ovalle, gestor de la fundación.
- En la parte inferior (punta): un campo verde (sinople) con dos gavillas de trigo doradas, que simbolizan la riqueza agrícola del valle, y una abeja en oro y plata, emblema de la laboriosidad del pueblo melipillano.
El conjunto está rodeado por lambrequines en oro y gules (rojo) sostenidos por cuatro figuras aladas, que representan los “espíritus de los antepasados”, evocando el significado mapuche del nombre Melipilla. En la parte superior se alza una corona condal de nueve puntas, en honor a su fundador.
El escudo original fue dibujado y esmaltado sobre cuero curtido y entregado en un marco vitrina de madera fina.
Restauración y resguardo patrimonial
Décadas más tarde, durante el mandato del alcalde Rafael Morandé Fernández, el profesor melipillano Sergio Hashiguchi Mena fue encargado de restaurar el escudo, preservando su integridad original y destacando nuevamente los dorados y colores heráldicos.
Actualmente, esta obra patrimonial se conserva en el Gabinete Alcaldicio, símbolo tangible de la historia y la identidad melipillana.
El texto que acompaña al escudo señala:
“Fue fundada con el nombre de San José de Logroño en recuerdo de su ciudad natal de España, por don José Manso de Velasco, Conde de Superunda, sobre el pueblo que mandó establecer el Gobernador don Alonso de Rivera por los años 1603 a 1605. Inició las gestiones el Corregidor y Justicia Mayor del Partido de Melipilla, Maestre de Campo don Francisco de Rojas y Ovalle, el año 1742, prestándole su valiosa colaboración don Gonzalo de Vargas, dueño de la Estancia de Melipilla. Posteriormente adoptó su primitivo nombre aborigen.”
Versiones posteriores del escudo
En 1985, bajo la administración del alcalde Álvaro Gutiérrez Rodríguez, se encargó al profesor Sergio Hashiguchi Mena, junto a docentes y alumnos del Instituto Politécnico B-124, (Ex Escuela Industrial de Melipilla) la confección de un escudo monumental de fierro y bronce de 2×2 metros, para ser instalado en la Punta de Diamante con motivo del aniversario de la ciudad.
La obra fue completada en un plazo de solo 21 días y recibió numerosos elogios por su belleza y fidelidad al original.
Con el tiempo, la pieza fue retirada y resguardada en los corrales municipales, al paso de los años fue solicitado por el mismo establecimiento educativo, donde aún se conservan sus lambrequines y la insignia del actual Liceo Bicentenario Politécnico B-124.
Herencia y significado
El escudo de Melipilla es mucho más que un emblema institucional:
resume la historia de sus fundadores, la identidad de su pueblo y el espíritu laborioso que caracteriza a sus habitantes.
Hoy, a 283 años de su fundación, Melipilla sigue siendo una ciudad viva, heredera de tradiciones, esfuerzo y orgullo local.
Su escudo continúa recordándonos que los “cuatro espíritus” que dieron origen a su nombre siguen presentes en cada melipillano y melipillana.
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