

Haciendo ejercicios
Nelson Retamales Tirado
Hoy escribiré de números, de lo cual, algo entiendo. Se habla de fijar -en un próximo gobierno- un ingreso mínimo de $750.000 para los trabajadores, cuestión innegable y extraordinariamente buena y que, desde luego, podría atraer una gran cantidad de votos para la próxima elección, de los esperanzados en mejorar su situación, porque les cuesta llegar a fin de mes y si llegan, lo hacen en malas condiciones, al estilo del recordado 100 y 100 (cien de pan y cien de mortadela) que era la aspiración mayor de los obreros -cuando existían en nuestra legislación- a la hora de colar.
Hace muchas columnas escribí sobre el daño que podría causar en el empleo, el aumento acelerado -y no respaldado por un crecimiento real- del ingreso mínimo; la baja de horas en la jornada laboral y; la imposición de mayores gravámenes a los empleadores a través de impuestos disfrazados de aportes previsionales, sabiendo que los grandes empresarios son unos pocos, mientras que la gran mayoría son Pymes y representan unidades económicas de 5 a 10 trabajadores.
El país ha decrecido económicamente, ha aumentado el gasto público, incluso en la mantención de la burocracia estatal, para favorecer a los suyos; los índices económicos tambalean y la “viga maestra”, si bien hoy tiene un circunstancial buen precio, éste no da abasto para enfrentar las responsabilidades financieras del Estado, mientras sigue creciendo la deuda externa, que si bien da tranquilidad para subsistir hoy, mañana pasaremos apreturas para pagarla y no es aventurado señalar que podríamos caer en una depresión económica, con el drama que ello significa.
Miente quien ofrece $750.000 como ingreso mínimo mensual, pues favorecerá sólo a los mantengan el empleo después de las readecuaciones de la estructura de costos de las empresas, que necesariamente se traducirán en despidos de personal y en aumento de precios de sus productos, en un doble castigo, justamente, a los más necesitados.
El mayor aporte de los empresarios a la cotización previsional -que llegará gradualmente al 8,5%- y que parte de él será prestado al Estado con la esperanza tenue de que alguna vez será devuelto, los obliga a reformular su base de cálculos. ¿Por qué el Estado necesita préstamos de quienes debe proteger?
Las empresas privadas deben autofinanciarse -las públicas, como TVN, las financian los contribuyentes-, cuando la jornada de 40 horas esté plena, cada ocho trabajadores se deberá contratar un noveno para completar la dotación para la cual ha sido calculada la producción y los cálculos se alterarán y los perjuicios para la economía de la empresa, para los propios trabajadores y, consecuencialmente, para el país, -por lo del círculo vicioso- podrían ser mayores.
En resumen: la oferta populista de $750.000 mensuales como ingreso mínimo, podría ser, pero de manera autosustentable y en una economía de libre mercado, en que las variables económicas jueguen libremente procurando caer al círculo virtuoso, del cual nos beneficiamos no ha mucho y que nos brindó un gran progreso, todo lo cual se ha echado al tiesto en cuatro años.
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