

EL PROFESOR DE EDUCACIÓN FÍSICA

Por Pablo Jara Quinteros. Profesor de Educación Física, Magister en Gestión deportiva. pablojaraquinteros@gmail.com
Hola, qué tal. El día 8 de octubre se celebró en Chile el Día del Profesor de Educación Física. Me imagino que todos conocemos y recordamos a algún profesor que nos sacó la mugre corriendo, haciendo abdominales y ejercicios que nos dejaban una semana sin movernos. Hoy en día es el que baila y enseña a bailar cueca y otras danzas folclóricas; es el que lleva a acampar, a subir el cerro; el que nos lleva a andar en bicicleta, el que nos enseña muchos deportes, el que nos enseña a nadar y el que nos hace jugar. Ese profesor de Educación Física que, por medio de su silbato, da una orden, hace entender el inicio y el término de una actividad, pero que también nos enseña valores como el respeto, la responsabilidad, el amor a la naturaleza, al medioambiente.
Para el autor David Gallahue (1989), “el movimiento es una forma fundamental de expresión humana, un medio para comunicarse, aprender y desarrollarse integralmente”. En este sentido, el profesor de Educación Física no solo dirige actividades físicas, sino que guía procesos de crecimiento personal, ayuda a sus alumnos a explorar y descubrir el potencial que habita en cada gesto, en cada salto o en cada esfuerzo.
El querido profesor de Educación Física, saltando el cajón, jugando con el hula-hula, con globos, cajas de cartón; jugando con el balón de fútbol o básquetbol, haciendo una rueda o una vuelta carnero, está enseñando a moverse, está desarrollando habilidades básicas de movimiento, de coordinación y equilibrio. Está desarrollando la mente de los niños y su motricidad, que, para la autora Anita Harrow (1983), “el dominio psicomotor es una vía esencial para el desarrollo cognitivo y afectivo del ser humano”.
Por esta razón, el trabajo de este profesional del movimiento va más allá de la técnica, pues involucra la mente, las emociones y el alma. En cada clase, promueve la confianza, el trabajo en equipo, la empatía y la resiliencia.
En este mundo globalizado y de poca actividad física, donde el sedentarismo y la tecnología ocupan un lugar protagónico, el rol del profesor de Educación Física se vuelve aún más necesario. Según la UNESCO (2015), “la educación física es la única asignatura que promueve de manera sistemática la salud, la actividad y el bienestar físico en todos los niveles de enseñanza”.
El profesor de Educación Física, muchas veces llamado con cariño “tío”, “profe” o incluso “papá” por sus alumnos, es mucho más que un guía del movimiento. Cada día y cada clase las planifica con dedicación, adapta su enseñanza y ajusta sus metodologías para responder a las distintas edades y necesidades de sus niños escolares. Ah, y debemos considerar también que su labor no se limita solo a los niños; también acompaña a jóvenes y adultos, transmitiendo su conocimiento con la misma pasión y compromiso que lo caracteriza.
Para los autores Muska Mosston y Sara Ashworth (2008), “enseñar es un acto de fe en las posibilidades del otro”. Y esa fe es la que lleva al profesor de Educación Física a seguir alentando, corrigiendo y celebrando cada avance.
Por eso, cuando veamos a un profesor de Educación Física bajo el sol, animando un juego o corrigiendo una postura, recordemos que allí no solo se entrena el cuerpo, también se fortalece el espíritu. Porque educar desde el movimiento, en esencia, es enseñar a vivir con energía, entusiasmo y humanidad.
Aprovecho esta oportunidad para saludar y enviar un abrazo fraterno a mis compañeros de universidad, UPLA generación ‘94, y un abrazo al cielo para mis compañeros que ya cumplieron su misión. Hasta la próxima. –
Pablo Jara Quinteros
Profesor de Educación Física
Magister en Gestión deportiva
pablojaraquinteros@gmail.com
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