

Cuba libre
Nelson Retamales Tirado
Pero para ser breve -porque éste no es un comentario de historia- poco les duró la libertad, pues unos cuantos años después, el 1 de enero de 1959 la guerrilla o fuerzas revolucionarias, como se autodenominan, derrocaron a Fulgencio Batista y desde hace 66 años, el pueblo cubano -que todavía “aguanta” en la isla- sufre una de las más feroces dictaduras. Muchos han huido en balsas, otros caídos en el paredón y los que no, presos.
Del trago queda solo el nombre ya que el régimen castrista, sometió a los cubanos a la miseria más cruel y, desde la isla, intentan exportar esa ideología que se apropia hasta de las personas, sometiéndolas bajo amenaza, al hambre y conculcando su valores y principios más íntimos, hasta convertirlos en una especie de esclavos a través de lo que los comunistas saben hacer muy bien y que es el lavado de cerebro, cuya persistente persuasión mental, muchas veces con coerción, otras con premios, adoctrinan o reeducan la mente de los sometidos y así, estos creen ser felices, o aparentan serlo, aceptando, sin darse cuenta, su pobreza material e intelectual. ¡Pero están despertando!
Cuba, bajo el régimen castrista, es uno de los pocos países donde todavía gobierna el comunismo, en pleno en el siglo XXI y aquel sistema totalitario trataron de replicarlo en la Constitución hecha por la Convención -recordada como el mamarracho- apoyada por toda la izquierda chilena, incluso el presidente y algunos aliados que no saben que micro les sirve, los que -ni tontos ni perezosos- tratan ahora, de rehuir, olvidando su fracaso con afanes meramente electoralistas porque saben que la gente no quiere doctrinas totalitarias, pero, -nunca falta el pero- el Partido Comunista de Chile, firme a su ideología, defiende el régimen cubano por ser, dicen, un sistema democrático. ¡Ideologismo puro!
Y junto a los comunistas, conviven en el oficialismo, varias organizaciones políticas de dudosa reputación democrática -como diría un cómico del mismo credo- y hasta creyentes, todos los que se aprestan a celebrar primarias presidenciales amplias, con el solo fin de derrotar, según dicen, a los enemigos del pueblo, entendiéndose por tales, a aquellos que respetan la opinión de la gente y la libertad de prensa, la libertad de enseñanza, de trabajo, de culto y, en fin, la libertad de la persona en todas sus dimensiones, con plenitud en su dignidad humana y jamás sometida al capricho totalitario y, lo que olvidaron los cubanos después de tanto tiempo: el multipartidismo y elecciones libres.
En pocos meses elegiremos presidente y parlamentarios, y aunque se ve muy poco probable que continúe la izquierda, no por efectos de la ley del péndulo, sino, por lo mal que lo ha hecho el actual gobierno, las peleas narcisistas de los líderes de la hoy oposición -como escribí hace poco- podrían restarle fuerza al futuro gobierno para recuperar el orden perdido y que la ciudadanía añora con urgencia.
Por ahora, ron, coca cola, jugo de lima, hielo y, ¡salud!
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