
“Todos somos parte …La violencia que hoy vivimos es sistémica”

Por Daniela Foster – Orientadora Familiar Sistémica
La frase que más escucho no quiero ver medios de comunicación porque la violencia y los hechos noticiosos me asfixian, la violencia no nace en la escuela ni en las noticias. Nace en cómo nos estamos relacionando. Lo que vemos en los medios o en los pasillos de los colegios es el reflejo de un sistema más amplio: familias cansadas, vínculos frágiles, emociones no habladas y una sociedad que muchas veces normaliza el maltrato.
Hoy las cifras en Chile son claras. La Superintendencia de Educación ha recibido casi 15 mil denuncias por convivencia escolar en lo que va del 2025, y las denuncias por discriminación y exclusión aumentaron más de cuatro veces desde 2019. Tres de cada cuatro personas cree que la violencia escolar ha crecido, y solo un 36% siente que los colegios son espacios seguros. Estas cifras muestran algo profundo: la violencia ya no es un hecho aislado, es parte de cómo nos estamos relacionando, tiene que ver con herramientas de comunicación.
Sin embargo, no todo está perdido. Desde una mirada sistémica los orientadores Familiares en relaciones humanas, sabemos que lo que se aprende también se puede desaprender. La violencia es una forma de comunicación aprendida, y por lo mismo, puede transformarse. El cambio comienza cuando cada persona se pregunta:
¿Qué estoy modelando en casa cuando me enojo o me frustro?
¿Escucho realmente a mis hijos cuando hablan de su día?
¿Qué espacio le doy al diálogo, a las emociones, al buen trato?
El problema no se soluciona apagando la televisión o evitando hablar del tema. La violencia se combate mirándonos hacia adentro, responsabilizándonos de nuestro modo de actuar, hablar y convivir.
Las familias están viviendo una crisis emocional profunda. Muchas no cuentan con acompañamiento ni contención para manejar el estrés y los conflictos cotidianos. Lo veo en mi propia historia, con un pensamiento crítico, como parte de un sistema, como ciudadana con una mirada profesional, tratando de ser puente constructivo desde los espacios que me relaciono, sin ir más lejos el día de hoy pude hacer reflejo de eso en la importancia que tiene la escuela, la forma de accionar en los protocolos sin perder lo humano y la problematización, hay formas. Por eso, la orientación familiar tiene hoy un rol fundamental: generar espacios de escucha, educación emocional y redes de apoyo que fortalezcan la convivencia.
También el sistema educativo necesita ir más allá de los protocolos y centrarse en el clima emocional. Si las escuelas no abren espacios de encuentro, confianza y diálogo, se pierde un terreno valioso para prevenir y aliviar el sufrimiento humano.
Transformar la violencia en buen trato no es tarea de uno solo. Es un trabajo compartido entre familia, escuela y comunidad.
Podemos comenzar por algo pequeño: conversar más, juzgar menos, escuchar con empatía.
Porque si un sistema genera dolor, también puede generar cambio.
Y ese cambio empieza en la forma en que hoy nos relacionamos.
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