

La eterna promesa del trabajo juvenil.

Por Alexis Acevedo Navarrete, director regional Metropolitano.
Instituto Nacional de la Juventud
En Chile, hablar de juventud es hablar de eternas promesas. Por un lado, una generación que se moviliza, trabaja, estudia y crea. Por otro, un sistema que todavía no entrega las garantías mínimas para que esa energía se traduzca en estabilidad y desarrollo. Las juventudes ya no esperan el futuro: lo enfrentan a diario, muchas veces en condiciones de alta precariedad, con una mezcla de resiliencia, esfuerzo y frustración.
Según la 10ª Encuesta Nacional de Juventudes (2022), por primera vez más jóvenes dependen de su trabajo regular (47,2%) que de la ayuda de sus familias. A primera vista, esto podría interpretarse como un avance hacia la autonomía económica. Sin embargo, cuando se observa que un 40,4% no cotizó en el mes de referencia, se revela una verdad preocupante: la independencia financiera juvenil se construye, en muchos casos, sobre la informalidad, sin acceso a derechos laborales ni seguridad social.
Esta situación nos interpela como Estado. Desde el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), estamos comprometidos no solo con el diagnóstico, sino con la acción concreta. En esta etapa, hemos impulsado un proceso de revisión presupuestaria y de gestión estratégica de recursos, buscando ampliar la inversión pública dirigida a las juventudes, especialmente en áreas críticas como empleabilidad, formación, salud mental y participación.
Una de las líneas prioritarias ha sido apalancar recursos mediante alianzas con gobiernos regionales, municipios y otros servicios públicos, con el objetivo de ampliar la cobertura de programas territoriales. Estas iniciativas incluyen desde capacitaciones para el trabajo, hasta el apoyo a emprendimientos juveniles con enfoque de género y pertinencia territorial.
Paralelamente, estamos fortaleciendo convenios con instituciones como SENCE, Universidad de Chile, SERNAC, Banco Estado, entre otros, para abrir nuevas rutas de inserción laboral, con foco en la formalidad y la protección social. En este mismo marco, hemos incorporado la educación financiera como una línea estratégica dentro de nuestras charlas, cursos, capacitaciones y programas formativos, entendiendo que, sin herramientas para la gestión económica, el riesgo de endeudamiento y vulnerabilidad se multiplica.
Sabemos que no basta con programas aislados. Por eso estamos trabajando por una incidencia efectiva en el debate presupuestario nacional, elevando propuestas que permitan aumentar la inversión pública en juventudes con una mirada integral, intersectorial y con enfoque de derechos. Porque cada peso invertido en bienestar, trabajo y formación juvenil es una apuesta directa por la cohesión social y el desarrollo sostenible.
Las juventudes chilenas ya no son el futuro en espera: son estudiantes, trabajadoras, cuidadoras, emprendedores, activistas. Son el presente activo del país. Acompañarlas con políticas públicas pertinentes y con presupuesto suficiente no es solo justo, es una urgencia social y política que no admite postergaciones.
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