

TALENTO DEPORTIVO

Por Pablo Jara Quinteros
Profesor de Educación Física, Magister en Gestión deportiva.
pablojaraquinteros@gmail.com
Hola, ¿cómo están?
La palabra «talento», proveniente del latín “taléntum” y del griego “tálanton”, hace referencia a la capacidad para obtener resultados notables mediante el uso de la inteligencia, la habilidad o una aptitud específica, según lo expone Francisca Dorticós et al. en su libro selección y desarrollo de talentos deportivos en el ámbito escolar.
En la vida cotidiana, muchas veces reconocemos ciertas habilidades en las personas para realizar determinadas tareas o actividades. Por ejemplo, si un maestro mecánico se destaca en su oficio, solemos decir: “tiene talento para los trabajos de mecánica”; o si una joven sobresale en el baile, afirmamos: “tiene talento para bailar”.
Sin embargo, al considerar a un niño, niña o joven como un talento, es fundamental entender que este debe poseer un conjunto de facultades o aptitudes —naturales o adquiridas— que no solo deben ser descubiertas, sino también estimuladas y desarrolladas.
Según Léger (citado por Soto, 2000), la identificación o detección de talentos consiste en predecir si un joven será capaz de desarrollar su potencial de adaptación al entrenamiento y su capacidad de aprendizaje técnico para enfrentar futuras etapas deportivas. Por ello, el proceso de detección busca descubrir cualidades aún no evidentes, pero presentes en el individuo.
Este proceso comienza con la identificación, considerada el primer paso para seleccionar a aquellos niños que, con las aptitudes adecuadas, puedan alcanzar altos niveles de rendimiento deportivo en el futuro, como señalan García et al. (2003). Cabe destacar que este paso inicial no garantiza el éxito, ya que los verdaderos resultados se evidenciarán solo con los años, a través de un proceso continuo de formación y especialización.
Dado que se trata de un proceso complejo, la identificación debe realizarse de forma precoz, durante la infancia, considerando el desarrollo integral del niño más allá de sus logros deportivos inmediatos.
Asimismo, no basta con observar únicamente las cualidades físicas: también es necesario considerar aspectos psicológicos, sociales y familiares. En este sentido, el ámbito escolar se presenta como el espacio ideal para iniciar la detección de talentos, ya que permite asegurar la participación constante de los niños en actividades deportivas durante varios años.
Autores como Gutiérrez y García Ferrol (2001) destacan la influencia del contexto escolar en los niños, y en particular el rol del profesor de educación física, quien se convierte en un adulto significativo. A través de sus clases, puede desarrollar en los estudiantes las habilidades motoras básicas y coordinativas necesarias que permiten una identificación inicial de talentos deportivos. Para ello, este docente debe contar con conocimientos específicos sobre la detección de talentos, mantenerse en constante perfeccionamiento y aplicar programas adecuados de identificación.
Al contexto escolar se suma otro pilar fundamental: la familia, encargada de proporcionar el entorno social primario en el cual el niño o joven deportista formará su identidad, su autonomía y su motivación para alcanzar el éxito (Gutiérrez y García Ferrol, 2001).
El desarrollo de un talento deportivo requiere de un entorno enriquecido de estímulos —sociales, motores y cognitivos— que permita al niño experimentar, descubrir y disfrutar libremente su entorno. Heredar la inclinación natural hacia el deporte, disponer de espacio físico para jugar, contar con amistades y una familia con intereses deportivos, tener acceso a buenos profesores, modelos a seguir, una alimentación adecuada y una buena salud, son todos factores determinantes.
Finalmente, me quedo con el pensamiento del Rumano Tudor Bompa, fisiólogo, entrenador, investigador y profesor universitario:
“De nada sirve tener un talento si no se tiene salud.”
Hasta la próxima.
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