

CHILE, CHILE LINDO…

Por Pablo Jara Quinteros. Profesor de Educación Física, Magister en Gestión deportiva. pablojaraquinteros@gmail.com
Hola, ¿cómo están? Les confieso que me costó bastante encontrar el título adecuado para esta publicación. Finalmente me decidí por uno que, probablemente, les hará recordar la hermosa canción Chile Lindo de Clara Solovera, popularizada por Los Huasos Quincheros. Y lo que hoy voy a compartir tiene que ver con nuestra identidad, con esas costumbres y tradiciones que nos hacen sentir profundamente chilenos.
Quiero comenzar con los juegos típicos, esos que poco a poco han ido quedando en el olvido, pero que forman parte de nuestra infancia y cultura. El trompo, las bolitas, la rayuela, el corre el anillo, el emboque, el luche o la carretilla, son solo algunos ejemplos. Y cómo no mencionar los juegos que encontramos en las fondas: el palo encebado, la carrera en sacos, tirar de la cuerda, saltar la cuerda o elevar volantines. Mi invitación es clara: familias, profesores y autoridades, mantengamos vivas estas tradiciones para que no desaparezcan.
Si hablamos de nuestra gastronomía, rápidamente se nos vienen a la mente platos que son verdaderos íconos: la cazuela, los porotos, el charquicán, las empanadas, los anticuchos, el pebre, el choripán y por supuesto, el infaltable mote con huesillos.
En el ámbito de la danza, cada zona de nuestro país tiene su riqueza propia. En el norte destacan El Carnavalito, La Cueca Nortina, El Torito, El Cachimbo, La Cacharpaya y La Diablada. En la zona central encontramos la Cueca Tradicional, La Refalosa, La Sajuriana, La Mazamorra, La Porteña y el Pequén Campesino, que es muy parecido al de Chiloé. En el sur sobresalen bailes como La Pericona, El Costillar, El Vals, El Chocolate y La Trastrasera. Y en Rapa Nui, nuestra querida Isla de Pascua, se viven El Sau-Sau, El Tamuré y otras danzas menos conocidas como el Upa-Upa, El Oko y el Haka-Piri.
Nuestras festividades también son un reflejo de la identidad chilena. Algunas de las más emblemáticas son de carácter religioso, como la Fiesta de La Tirana, en Tarapacá, en honor a la Virgen del Carmen; la Fiesta de la Virgen de Andacollo, en Coquimbo; o el tradicional Cuasimodo, donde sacerdotes y huasos a caballo recorren los caminos llevando la comunión a enfermos y ancianos. También tenemos la Fiesta de San Pedro y San Pablo, celebrada en distintos puertos del país, en honor al patrono de los pescadores.
Otras celebraciones resaltan por su valor cultural y comunitario, como la Fiesta de la Vendimia, que honra nuestra tradición vitivinícola; el Carnaval de Invierno en Punta Arenas, lleno de color y comparsas; el Carnaval del Sol en Arica; el Año Nuevo Indígena cada 21 de junio; la Fiesta Tapati en Isla de Pascua; el rodeo chileno, con su ambiente de campo y destrezas a caballo; y la tradicional minga chilota, símbolo de colaboración comunitaria.
Y para que la música cobre vida, también debemos reconocer a los instrumentos que acompañan nuestras tradiciones en cada zona del país.
En el norte, destacan el bombo nortino, el charango y la zampoña, que dan ese sonido inconfundible a las fiestas y carnavales andinos.
En la zona centro, encontramos la guitarra, el arpa, el guitarrón, el pandero y la cacharaina, todos protagonistas de la cueca y de las tonadas campesinas.
En el sur, en cambio, se suman instrumentos profundamente ligados a la cultura mapuche, como el kultrún, la trutruka y la cascahuilla. Junto a ellos, también aparecen la guitarra, el rabel o pequeño violín, el bombo chilote, la matraca y los acordeones, tanto de piano como de botones, que animan con fuerza las fiestas sureñas.
Chile es diverso, y cada una de estas expresiones, ya sean juegos, comidas, danzas o fiestas, es una pieza que da forma a nuestra identidad. No dejemos que se pierdan: celebremos, enseñemos y transmitamos con orgullo lo que somos. Viva Chile.-
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